lunes, 7 de octubre de 2013

Sr. D. Jaime Botín- Sáiz de Sautuola

Santander.-


San Miguel de Meruelo 7 de Octubre, 2013

Querido Jaime: Espero que no consideres esta carta pública como una intromisión, ni irrespetuoso el que me dirija a tí con la misma familiaridad con que lo he hecho con tu hermano Emilio. Las razones son las mismas y, por tanto, no es necesario repetir.


Verás que en la carta que he escrito a Emilio en forma de blog, hago referencia a tus consideraciones con respecto a la moral católica ; no seré yo quien discrepe de tu opinión. Se te ha reprochado sin embargo, yo mismo lo he hecho en la primera entrada del blog, que no eres el más indicado para hacer ese tipo de crítica, a lo que respondes con una elegante acidez haciendo referencia, de nuevo en la prensa, “al tú más” tan habitual en nuestra sociedad que, me atrevería a decir, está bastante encanallada. No te faltan motivos para la queja y solicitud de que cambien los criterios éticos (¿) que dominan nuestro entorno social, pero me parece olvidas que, en cierto modo, eres un verdadero representante de lo que criticas con tan razonada y paradójica vehemencia. En la primera entrada del blog tienes una buena y pública muestra; no he visto, por ningún lado, como socio importante del Banco de Santander, una rectificación o corrección del sentido de las palabras de contestación de tu hermano Emilio a un accionista pidiendo el cese del Consejero Delegado por delincuente (la definición suena normal para un ladrón de gallinas y no veo que pueda ser diferente para un alto directivo de vuestro banco, condenado con sentencia firme del TS. Como eres estudiante de filosofía, apreciarás la afirmación de Wittgenstein de que la realidad no existe sino a través de la palabra). Y eres accionista, miembro del Consejo y con una alta participación en la entidad.


Vayamos a la argumentación que predicas con buen estilo. Pero antes quiero dejar claro que no se trata de aplicarte el “tú más” que tanto desprecias, y con razón. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

1)No puedo entrar en tus consideraciones sobre luchas intestinas con un determinado grupo de accionistas de tu sociedad,  pero argüir, tan alegremente, que has actuado “, ….comprometiendo en ese empeño la mayor parte de su fortuna, dentro y fuera de España”, suena a sarcasmo, a no ser, claro está, que tus admirados socios supieran de los fondos puestos a buen recaudo en Suiza y otros lugares del mundo. Pudiera ser.

2)” Yo realicé en 2010 una declaración, totalmente voluntaria, de todos esos bienes cuyo origen se remonta a una época muy distinta a la nuestra, porque entendí que en la actual y en medio de la grave crisis económica que sufre el país, eso era lo que debía hacer”.
Tengo para mí que efectúas un doble salto mortal introduciendo una argumentación a la que no se atrevería el mejor de los sofistas/trapecistas.  Analicemos:

a)”totalmente voluntaria”. ¿Quiere ello decir que hemos de agradecerte la singular muestra de magnanimidad, graciosa confesión que daría a entender que solamente declaras tus bienes cuando te da la real gana?

b)”… bienes cuyo origen se remonta a una época muy distinta a la nuestra,..”. Esto no es sino un bucle de auténtico prestidigitador. Porque, vamos a ver, son o no son tuyos los bienes que has estado disfrutando durante tantos años al amparo del sigilo y ocultamiento de tus colegas bancarios. Y si son tuyos, que deben serlo, ¿hay alguna diferencia en que tengan su origen en época ya lejana de la Guerra Civil, y que hayan devenido actuales, tan actuales como para tener la obligación de declararlos, como todo hijo de vecino? Porque imagino, por ejemplo, que la Duquesa de Alba declarará a Hacienda las fincas que posee desde tiempos remotos por graciosa concesión del sátrapa de turno.

c) “…porque entendí que en la actual y en medio de la grave crisis económica que sufre el país, eso era lo que debía hacer”.
La verdad, estoy realmente emocionado, como lo estarán los pensionistas “cazados recientemente” por Hacienda por unas modestas pensiones por las que tienen que pagar, a requerimiento de tan prestigiosa institución, sus impuestos correspondientes. No sabes lo agradecidos que estamos, todos, porque hayas tenido a bien declarar esos bienes en vista de la “crisis económica que sufre el país”. ¿No será esa falta de declaración, junto con otras muchas, una de las causas? Y, hasta el momento de hacerlo, ¿has disfrutado de esos bienes tan ricamente ocultados desde la Guerra Civil? Seguro que no.

Y nada más por hoy, querido Jaime. Ya sabes que no vivo muy lejos de donde tú tienes una hermosa propiedad (de verdad, no te lo reprocho, faltaría más). Cuando te apetezca no tienes más que llamarme y podremos charlar un poco de filosofía. Me encantan Heráclito, Vico y Hegel. El continuo y repetitivo devenir de las cosas.

A diferencia de tu hermano Emilio, por el que no siento aprecio alguno, el simple ejemplo de atreverte a poner en cuestión la filosofía moral en gran parte responsable de nuestra decrepitud, es motivo de agradecimiento. Pero debes de cuidar los fundamentos de tus críticas con especial atención.
Un cordial (en este caso) saludo.

Eugenio de la Cuesta